Picture of the author
5 noviembre, 2024

La tercera tragedia

En septiembre de 2022, a la entrada de Vichuquén, se plantaron 20 mil chaguales en una hectárea y media, con riego por goteo y un marco de plantación de 70 por 70. La idea era ambiciosa: recuperar este patrimonio vegetal y abrir la posibilidad de una cosecha más amplia en el tiempo. Pero lo que parecía un proyecto prometedor terminó convertido en una lección de resistencia.

La primera tragedia llegó con la chépica, una maleza que avanzó sin tregua y asfixió cerca del 30% de las plantas. Tres años después, muchas de esas mil matas todavía no logran desarrollarse con normalidad.

La segunda golpeó al año siguiente. En 2023, una lluvia intensa que alcanzó los 130 mm hizo desbordar el estero Uraco, cubriendo el terreno con un metro y medio de agua durante cinco días. Las plantas, que habían sido cuidadas con fertilizante y provenían de viveros vigorosos, no resistieron. Cinco mil se pudrieron bajo el agua.

El tercer intento por asegurar la plantación fue instalar un sistema de riego por aspersión. La lógica era clara: evitar heladas en invierno, refrescar en verano y mantener las plantas hidratadas todo el año para extender la temporada de cosecha. Para ello, se excavó un pozo de 21 metros. Sin embargo, el agua contenía demasiados minerales. El resultado fue devastador: tres mil chaguales muertos y otros quince mil debilitados.

​La experiencia dejó conclusiones duras. La maleza no perdona, el tipo de suelo es determinante y un mismo esfuerzo puede dar resultados opuestos según la calidad de la tierra. Lo comprobó el propio equipo, al ver cómo chaguales hermanos plantados en Chanco crecieron parejos y saludables.

En Vichuquén, el sueño de los 20 mil chaguales se enfrentó a tres tragedias seguidas. Pero más que un fracaso, la historia se convirtió en aprendizaje: cultivar la tierra es siempre un ejercicio de paciencia, donde la naturaleza tiene la última palabra.