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5 noviembre, 2024

El dulce secreto del Maule

En el corazón del Maule, entre febrero y abril, ocurre algo que nos lleva a la infancia y tiene gusto a tradición: la miel de melón. No es miel, sino un arrope hecho a partir del melón plátano, una fruta amarilla por fuera, anaranjada y rosada por dentro, que desde hace generaciones endulza mesas y recuerdos.

Aunque su origen se comparte también con la región de O’Higgins, fue en el Maule donde este producto se convirtió en un sello. Prepararla no es fácil: el melón se cuece, se enfría, se escurre y se estruja en bolsas de lona. Luego, el jugo se mezcla con azúcar, -un litro de caldo por 700 gramos- y se cocina durante más de tres horas, removiendo sin descanso. El resultado es un jarabe espeso, brillante y aromático que antiguamente acompañaba postres como la sémola con leche, sopaipillas pasadas o el plátano con miel.

​Es fácil encontrar en la zona a quienes recuerdan que, durante los años sesenta, esta miel se preparaba en casi todas las casas. Como dice un dicho popular: “El que la prueba se enamora y el que la conoce la añora”.

Detrás de este oficio está Olivia Ferrada, tercera generación de mujeres que han mantenido viva la receta. Hoy, junto a Paulo Russo, producen 10.000 botellas al año en Talca, combinando técnicas tradicionales con marmitas modernas para asegurar calidad y consistencia. El diseño de las botellas, obra del reconocido diseñador Luis Piano, refuerza su carácter de joya gourmet.

Su sabor es volver a la infancia, a esos postres que nos esperaban en la mesa después de la comida, y hoy ha encontrado nuevos usos: como vinagreta, en costillas de cerdo, sobre panqueques o para endulzar granola y frutas. Lo más bonito es cuando alguien la prueba y recuerda a su mamá o su abuela haciéndola.

​La miel de melón sigue siendo un producto estacional y limitado. Los melones se compran en Pelarco y la producción depende de la cosecha. Quizás por eso, su valor gastronómico se mezcla con lo cultural: un verdadero rescate de un sabor que estuvo a punto de perderse y que hoy, gracias al cariño de sus productores, vuelve a las mesas para seguir contando la historia dulce del Maule.